La gota de agua que veis en la foto ha caído desde un magnífico roble centenario cercano hasta este maravilloso lago azul. Esta gota, de agua cristalina, ha adoptado en su caída una forma carácterística (de gota de agua, curiosamente) buscando la menor resitencia en su frenética búsqueda de nuevas amistades. Comprenderéis perfectamente que lo del roble y el lago azul es un cuento chino. Incluso lo de las amistades. Podéis olvidarlo. Me interesa que os fijéis en la forma que adopta la gota al atravesar el aire impulsada por una fuerza (la gravedad en este caso).
Fijaros ahora en este casco de contrareloj. ¿Os suena la forma que tiene, verdad? Efectivamente, se parece muchisimo a la gota de la imagen superior. Podría tratarse de una casualidad pero no es el caso. Más de un sesudo ingeniero ha pasado sus horas diseñando estos cascos para contrareloj buscando, precisamente, el sueño de cualquier ciclista: ir más rápido gastando menos.
Y es que hemos topado con la aerodinámica, que es la rama de la mecánica de fluidos que se ocupa del movimiento del aire y otros fluidos gaseosos, y de las fuerzas que actúan sobre los cuerpos que se mueven en dichos fluidos. Un ejemplo claro del ámbito de esta ciencia es el desplazamiento de un ciclista y su bicicleta.
He escrito alguna vez que como médico me preocupa, sobre todo, que la postura que adopta el ciclista sobre su bicicleta no produzca lesiones, la salud al fin y al cabo. Sin embargo, la posición sobre la bicicleta condiciona de forma sustancial la aeódinámica, es decir, el rendimiento. El ciclismo, especialmente en su dimensión competitiva debe tener en cuenta la aerodinámica con el fin de mejorar el rendimiento. El problema surge cuando en nombre de la aerodinámica se adoptan posiciones poco saludables. Nuestro trabajo consiste precisamente en buscar el equilibrio entre la aerodinámica (rendimiento) y la salud.
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