Cualquiera que haya viajado con las alforjas en su bici habrá experimentado unas cuántas sensaciones difíciles de explicar.
Eres autosuficiente, llevas (en teoría) lo necesario para el calor, para el frio la lluvia, material de repuesto para la bici, la cámara de fotos..Por cierto, la primera vez que se viaja de esta manera la alforja va llena de algo de lo necesario y de mucho de lo otro.
Vas de un lado a otro y no contaminas, algo que parece prácticamente imposible en los tiempos que corren.
No tienes prisa, el día es largo. Los pueblos y valles que atraviesas no son como los imaginabas antes de emprender la ruta.
No sabes dónde comerás, ni dónde dormirás al llegar al pueblo que has elegido casi al azar en el mapa esta misma mañana. Y si no llegas al destino, no pasa nada, conocerás otro lugar que probablemente también aparece en el mapa.
Viajar en bici con alforjas es una experiencia que recomiendo a cualquiera que lea estas lineas, incluso al que no las lea.
Desde hace unos cuántos años años 3-4 amigos reservamos una semana en mayo para un viaje de este tipo y he de confesar que, personalmente, son las vacaciones que más me han hecho disfrutar.
Tranquilo, no voy a sacar las fotos de nuestros viajes ni el video de la boda como hace más de un mal amigo. Quería hacer una pequeña introducción del post anterior (De vacaciones) y de los que seguiré colgando en relación a nuestro último viaje por Cantabria, Palencia, Burgos y Euskal Herria. Os preguntaréis que a que viene lo del viaje en un blog de estas características. Buena pregunta. Intentaré encontrar una respuesta a la altura de tan aguda interrogante. En próximos capitulos.
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